La hipnosis no es, corno dicen los mitos y prejuicios, un estado de pérdida de la conciencia, sino al contrario una condición natural que se íntegra en la vigilia. A veces atravesamos estados de sugestión o de trance que ayudan a gestionar mejor la realidad circundante. El trance hipnótico no se induce de manera mágica y misteriosa, sino que lo hace el propio sujeto, mientras el rol del hipnotizador es sólo el de facilitar el proceso.
La hipnosis es una experiencia repetida en la vida de los
seres humanos; es un estado de alteración de las percepciones y de la
conciencia que, en distintos niveles de intensidad, acompaña constantemente
nuestra relación con la realidad circundante. No es un estado que alguien nos
impone desde fuera, sino un efecto de nuestras características psicológicas y
fisiológicas.
Sin ser conscientes de ello, en la vida cotidiana pasamos
continuamente a través de estados de sugestión, sí no de trance real. Esto no significa
que seamos víctimas de fenómenos psicofisiológicos inconscientes, sino que, de
vez en cuando, y de forma totalmente natural, entramos en un estado alterado de
conciencia atenta que nos hace más capaces de gestionar nuestras reacciones en
la realidad circundante.
Reconocerla como fenómeno natural es el primer paso para
despejar el campo de mitologías, de prejuicios y de supersticiones que hacen
que sea considerada erróneamente como un instrumento de manipulación,
fascinante pero peligroso.
Precisamente porque se trata de un
evento del todo común, si se utiliza bien la hipnosis puede tener efectos
extraordinarios;
Giorgio Nardone